MODOS DE VER (John Berger)

El libro se presenta con siete ensayos sin titulo. Alguno de ellos con texto e imágenes y otros tan solo con imágenes. Aunque esto mismo viene muy bien explicado al comienzo del libro.

Yo solo voy ha hablar un poco de los aspectos que más me han llamado la atención y que en cierta manera, me han aportado algo.

Comenzaré por el final. Con los ensayos cinco y siete ya que tienen un vinculo excelente de comparación entre la pintura al óleo de entre 1500 al 1900 y las técnicas publicitarias contemporáneas. Por un lado la significación de poseer una pintura al óleo. Cuando estudiamos este periodo en historia del arte conocemos el concepto de mecenazgo, pero no se nos explica con tanta claridad la opulencia, la posesión, el estatus, etc. Y lo que representa el espectador propietario. El hecho de la ostentosidad en un bodegón y lo que significaba, es francamente repulsivo. Pero, como más adelante se explica en el libro, es a su vez una característica real de ese periodo. Lo percibamos ahora como lo percibamos. Lo realmente brutal es la comparación con la publicidad.

El ensayo siete en sí, aporta una visión totalmente actual de la publicidad y el impacto que tiene sobre el individuo (individuo; como integrante de la masa). Nada nuevo para las personas que en cierta medida se paran un poco ha analizar su propia situación en la sociedad que les rodea aportándose a si mismos un juicio critico y selectivo de todo el esqueleto articulado creado por el capitalismo.

El obrero pasivo se convierte en consumidor activo. El yo trabajador envidia al yo consumidor. Esta frase es brutal. Pero es que es así. Cualquier intento de evadir esta frase es cegarse y contribuir al capitalismo o llevar un estilo de vida extrañamente estandarizado en esta sociedad.
La cuestión en todo caso es que una parte de la sociedad no es consciente del poder que se ejerce sobre ella a través de la publicidad, la televisión, etc. Y basan algo tan importante como es la felicidad, en algo condicionado por el poder adquisitivo, que es aún más efímero que la propia felicidad que se consigue.

Otro aspecto interesante es: la publicidad se centra siempre en el futuro comprador. Le ofrece una imagen de si mismo que le resulta fascinante gracias al producto o a la oportunidad que se esta intentando vender. Y entonces esta imagen hace que él envidie lo que podría llegar a ser. Sin embargo, ¿Qué hace envidiable este lo-que-yo-podría-ser? La envidia de los demás.
A partir de este párrafo del libro la lectura se hace interesante ya que profundiza en el comportamiento psicológico del ser humano con respecto al tema de la envidia producida y la envidia recibida. Volvemos a la toma de conciencia de uno mismo y de la sociedad que le rodea. Por lo general el ser humano esta diseñado con la pasta de los sentimientos y los pensamientos, esto es lo que realmente nos hace “libres”. Sentimos y pensamos; todos. Quizá la velocidad que esta sociedad ejerce sobre el ser humano, no permite observar ciertos comportamientos de nuestro propio cuerpo. No dejando que estos sentimientos y pensamientos penetren más allá de una capa muy superficial de nuestra psique. No podemos ponerles nombre, no reflexionamos sobre ellos, y como en cierta manera no nos gustan, hay que eliminarlos lo más rápido posible. Y de nuevo la publicidad se encarga de vendernos la solución. Que por lo general es quedar por encima de quien nos ha producido el sentimiento indeseado. Y así, muy sutilmente e inconscientes vamos cayendo en un juego que creemos inventar nosotros, creando una realidad que creemos acertada llena de publicidad y manipulación. Pero ¿Por qué en los barrios de los ricos no hay publicidad? La publicidad esta dirigida a aquellos que constituyen el mercado, al espectador comprador que es a su vez el consumidor productor del que se extrae un doble beneficio: primero como obrero, y después como comprador. Por lo tanto el dinero de los ricos tiene que seguir siendo suyo. De ahí que no halla publicidad en sus barrios.

Esto también es curioso y actual. El obrero-consumidor en tiempo de crisis. La magnitud de la mentira capitalista nos hace creer que podemos conseguir cualquier artículo a un precio totalmente incoherente; y por supuesto lo adquirimos. Esto se llama ceguera por encima de tus posibilidades. Espero que no se nos olvide que no podemos confiar en las instituciones bancarias. A lo que íbamos; El obrero-consumidor se asusta porque se habla de crisis. Es más, el banco no da más dinero y exige sus cobros mensuales a punta de embargo. Por lo tanto, el obrero deja de ser consumidor. Sufriendo un bajón moral, ya que todo lo que le siguen ofreciendo a través de la publicidad no puede conseguirlo. Pero hay más, también deja de ser obrero porque no hay trabajo. Entonces todo el sistema capitalista se va a la mierda y deja de funcionar en este nivel. El obrero ahora tiene tiempo, pero sus preocupaciones son tal, que no quiere pensar ni reflexionar en todo lo que ha pasado. Solo escucha a través de la televisión al político pelele capitalista que le ofrece la vuelta a su anterior estatus de obrero-consumidor-manipulado y envidioso. Y realmente no se busca el bienestar del obrero, sino, colocarlo de nuevo en la casilla correspondiente de ese juego del que hablábamos.

En conclusión, solo podemos atajar este problema desde la educación. Por cierto, el libro esta muy, pero que muy bien. Lo recomiendo por dos razones; una por educación y otra por educación artística.