ATRAVESANDO EL TÚNEL

En el interior del Túnel, todas las imágenes se transforman casi sin quererlo. Se van deformando lentamente cuando penetra la idea, la realidad. El Túnel. Capaz de mutar la vida entera.

Mente enferma que va añadiendo pensamientos a la burbuja que representa. No una ilusión; más bien un vendaval de histéricas paranoias engañosamente coherentes. Las palabras del Túnel no trasfieren mas allá del cráneo adherido a sus propias voces, y las que entran no se escuchan, son mudas al griterío del Túnel impidiendo su comprensión cuando éste fabrica despacio la enajenación. El hombre pasa la vida encerrado en su encerramiento, no escucha, no pide opinión, tiene las ideas claras pero él mismo es la deformación de su estructura, de su pensamiento. Detective que sospecha casi de su sombra, de una mueca; una sonrisa significa todo menos una sonrisa. Una caricia es compasión y la detesta. La realidad es muy diferente para quien convive con su Túnel. Roce con la locura y una voz diferente marca pautas que se razonan en soledad.

Llego el amor y con él la violencia. El monstruo cobra forma y se manifiesta en agarrones, empujones. Mientras las disculpas se van quedando cada vez más alejadas de la credulidad. Enfermizo acude a deshoras al encuentro de la soledad bajo la ventana del amor, lanzando pensamientos crueles y deformados que ahora dañan al Túnel. Mañana todo ese dolor habrá que vomitarlo, hacer manifiesto de lo sufrido junto al amor, y el amor quedara marcado en su piel desnuda y llorosa para siempre, lamentando la realidad y huyendo rápidamente en la distancia. La obsesión del Túnel viaja rápido para aliviar sus voces de confusión y no hay muro que lo detenga. Corrió tras el amor.

El Túnel se mancho las manos de sangre y contó su historia. Una historia de locura que inevitablemente y por supuesto, a veces produce un miedo grandioso al sentirte identificado con más de un pensamiento o acción del personaje protagonista de este libro. Hacer la prueba.

El Túnel. De Ernesto Sábato.