EJERCICIO DE UNA NOCHE


Se esta desgranando en recuerdos el suave tacto de tu piel, mi tesoro. Tras las grietas de estas paredes que insinúan la curiosidad de lo invisible y oculto que esconden. Hay calma en el sonido del aura y ésta trae la infancia en manos presas que liberan tus besos cantados como susurros al oído. Acaricia, lo que tal vez no tenga más explicación que un deseo tan efímero como la vida y no soportar la longitud de carreteras que conducen sobre la soledad novata que me dejas. Suceso que ocurre cuando mejor se está y menos se necesita. Cuando los armarios se desordenan con nuestras locuras y la realidad misma deja de tener sentido bajo un mar de miradas clandestinas incapaces de guardar silencio. No es posible que la hiedra crezca sin agarrarse fuerte a la pared.

Adoro el abandono de largas barbas blancas olorosas de mundo. Duermen en los espacios que el minutero no tiene en cuenta y la flama que emana bajo el suelo llama, no clama al calor que le sobra en lo profundo y superficial de un espejo roto en pequeños fragmentos. Aventurada en alcance imaginario convertido en los pasos de cada día, como quien ama y sigue porque amar es lo único que sabe hacer sin miedos y con ellos, con dudas y sin ellas… ¿Qué nos queda? Todo. Desde aquí que no conozco nada y sin conocer prefiero encontrarte y sin quererlo prefiero porque buscarte, porque no se hacer otra cosa sino perderte.

Agrandar un sentimiento no comprendido es libre, como libres son las cositas que agrandan los sentimientos cuando se encuentra una voz común en lo más tonto de una fiesta. Noche que rompe con lo establecido y quiero seguirte hasta encontrarte sin saber lo que se busca se anda. Se cuida ermitaño lejano a la opinión pública, sumido en las tinieblas que no tienen importancia ya para unas arrugas aceptadas lentamente.

¿Qué clase de cicatrices deja la vida? Eso somos, un conjunto infinito de cicatrices de todo tipo. Algunas se ven a simple vista, otras, buscadas en los aljibes de la memoria no dejan de ser importantes, las unas y las otras. Las que no se recuerdan pero existen, las que componen sonrisas en la tristeza de esa noche de abandono. No se puede seguir se piensa. No te lo creas, no aceptamos el imposible. Cuenta el camino en voz baja que seguir y buscar es crecer, crecer es mantener vivo al niño que tantos perdieron, y sabio el niño lleno de cicatrices pregunta por donde llegar a la estación para embarcar de nuevo. Más difícil, claro. Más enriquecedor y rico en la pobreza de no tener nada salvo la vida que me acompaña en los encuentros donde la desnudez es la forma y tener los ojos abiertos la manera.

Esta deuda pendiente que tengo contigo hará que volvamos a encontrarnos con un abrazo, con palabras rodeadas de ruido nítido y reconfortante. Tu compañía es lo que deseo y tenerte es aprovecharte mientras te pueda tocar. Lo demás serán recuerdo y vencer la melancolía es difícil en soledad, así que la acepto y la disfruto. Lo que fue me da fuerzas para encontrarme hoy aquí. Ni un momento de arrepentimiento hace una alberca vacía de donde salir es inconcebible. Encontrarse de nuevo bajo la luna no será extraño ¿Pero y el sol? ¿Seremos diferentes bajo el sol? Son las cicatrices las que hablan de forma latente en el pensamiento o ¿son las que vendrán aquellas que hablen de nosotros?

Llego la hora de cerrar este cuaderno y olvidar estas palabras. Que aguardó fuego la quietud de la noche y nos fuimos moviendo despacio por ella sin pensar en el mañana, llegó el mañana y nos encontramos con el hoy y tenemos que inventarlo como estas palabras.