DIALOGO III

(Debe de ser terrible caminar despierta en un mundo de sonámbulos. Debe de ser espantoso ver las dimensiones en un lugar en el que todos se han arrancado los ojos.)

Leo este párrafo y el último de este texto que para mí son casi reveladores. En el ejemplar número dieciocho de la revista Belio. Entrevista realizada a Marina Abramovic. La entrevista incluye muchos elementos interesantes de los que hablar. Muchos enigmas no tan misteriosos, de los cuales, el ser humano va intentando ocultar o deshacerse banalmente de ellos con el paso del tiempo. Mediante el arte absurdo del olvido, o incluso, de la negación de sus propias actitudes naturales para abandonarse en las fraguas ardientes de la hipocresía, que tan derretido y aparente mantiene al cerebro y la vida occidental de hoy. El sufrimiento, el amor, el dolor, el sacrificio…

La palabra más importante pronunciada en el discurso es “convención”. Todo está bañado por una convencionalidad petrificante que nos incita con su lúgubre y sutil melodía a que nos comportemos como ratas tras nuestro flautista. De ahí, el pensamiento de negación, tan negado a la vez. Negar, debería incluir conocimiento. Empezando por nuestra existencia, por nuestro ente interior enmudecido por el miedo y superada la barrera, camino a las palabras compartidas y hacía los pensamientos libres no apropiados por las masas. Es gracioso, pero el pensamiento va cambiando y descubriéndose presa de las vivencias que el humano experimenta. En ocasiones un pensamiento varado en el silencio se comparte, coincidiendo con otro silencio que esperaba a la mente adecuada para ser revelado. De ahí nace un pensamiento común, una idea fecundada bajo la experiencia individual y nacida para desarrollarse en colectividad.

El concepto “competición” ha superado todo tipo de barreras; desde las deportivas, las empresariales, las universitarias, incluso la de los ciudadanos de a pie. Esto último es alarmante; ver a personas protagonizando escenas competitivas de sus propias vidas, de las experiencias que experimentan. Como si la vida de unos fura más importante que las de otros.

La competitividad es un germen que contamina a los humanos de falsa auto importancia y de un protagonismo publicitario patético. De ahí que para desarrollar una idea en grupo, este engendro que nos enfrenta no puede existir. Dejando paso al aprendizaje comunitario.

(“¿Tendré que enlazar mis pasos con cuidado para no convertir en pesadilla el suelo errante de los sonámbulos?”. “¿Tendré que simular que mis cuencas están vacías para no ofender al que no ve?”.)