LA METAMORFOSIS DEL PLAYMOBIL

Bien, hace unos años me compré una camiseta con una serigrafía de un Playmobil. Cuando la vi no pude resistirme a la tentación. ¡Increíble! Dije. Poco después comprendí que no era la camiseta en si lo que atrajo magnéticamente mi atención, sino, la memoria. Quería pagar por esa sensación de melancolía que me había despertado, por todos esos recuerdos de infancia que de repente, habían saltado de mi cerebro a una camiseta y estaban más vivos que nunca. Esa camiseta representa a toda una generación marcada por un producto; un juguete que nos distraía y que compartíamos; ¡Siendo sincero, muchos niños los dejaban en sus casas para que no se les rompieran! En realidad, daba igual que no tuvieses un Playmobil, cualquiera de los amigos tenia mínimo dos, y no dudaban en sacarlos a la calle para jugar y gozar de sus aventuras.

De eso hace ya unos pocos años como he dicho antes. Ahora la serigrafía de la camiseta se ha borrando pese a que era de muy buena calidad. ¡Que digo! el Playmobil ha desaparecido completamente, aunque se sigue viendo en la superficie, pero solo en la superficie. Lo que ahora se ve en esa camiseta se parece mas a una lata de sopa. Si… una de esas latas que pintaba Warhol, ¿Cómo era la marca? Campbell´s, si, así era. Triste cometido el de este Hombre; se sentía vacío como esa lata, todos nos sentíamos vacíos como esa lata que ni siquiera era lata…

Volviendo al Playmobil. Cuando comprobé que en efecto la camiseta se había convertido en un Lata, hice la mochila y puse rumbo al hogar familiar en busca de mis recuerdos. Mis recuerdos han sobrevivido al tiempo en una caja de cartón marrón sin precintar. Los Madelman, una escavadora amarilla, los Playmobil, etc. Estos si eran los auténticos. Con las manos rotas y manchados, sin su peluca y con la cabeza llena de… dudosa plastilina.

Si algo caracteriza a nuestra generación, es la inteligencia, y quizá cierta lentitud a causa de los porros. Pero aquí estamos señor Playmobil, han pasado cuarenta y seis o veintiocho años, depende. Tú no cambias, es cierto. Son las manos que te utilizan las que te cambian. Tú corres tus riesgos y nosotros los nuestros. Sin olvidar que todos te tenemos en los recuerdos de nuestra infancia, y eso ya significa algo. Algo que nosotros no comprendíamos y tal vez, nuestros padres tampoco. Pero al menos, es necesario intentar reconocerlos y ver las estrategias de esta masa. Así, tal vez, podamos elegir.