HEREDEROS DEL MUNDO




Nuestros antepasados recientes miraron hacía arriba estando abajo, luego miraron hacía abajo estando arriba. Vieron por primera vez los paisajes que la velocidad dejaba tras el cristal y acabaron cegados de entusiasmo. Ahora seguimos mirando hacía arriba y hacía abajo, estando en el mismo sitio y pagando ciertas consecuencias de la evolución y la ceguera.
Nosotros somos los herederos del mundo y los que vendrán lo serán también. Es hora de mirar hacía dentro. Dentro de los unos y los otros, de nosotros mismos.
Nadie, ni siquiera el mismo Levassor pensó en las consecuencias de su victoria en 1895. Hoy 2008 guerras por el combustible. Lo que en su momento fue aplaudido y admirado, actualmente es parte de nuestra condena al caer en las manos de la producción masiva y de una necesidad inventada por el monstruo del orgullo humano.

Si me invento un comportamiento para la sociedad dentro de ciento y pico años, no deja de ser ciencia ficción como tantas y tantas películas lo han hecho ya. Pero ¿quien no ve Ghost in the shell o Matrix y encuentra en su entorno algo con lo que identificarlas? Así que el aislamiento total del humano, emuladores de realidad con paradojas ficticias, vidas sin rostro que acariciar; es también mi pronóstico para los siglos venideros. Añadiendo la grandísima desgracia de que todavía habrá esclavos, tanto físicos, como de necesidades inventadas. Pero aún tengo que decir una cosa. Nosotros, nos costara más o menos, salíamos a la calle para hablar con las personas. Nos reuníamos en los campos para divertirnos y compartíamos nuestras experiencias. Nos ganaban los sentimientos y nos preparábamos para las patadas que vendrían sin que estas acabaran con lo que realmente era importante. No apoyábamos el aislamiento salvo en los momentos de necesidad del encuentro con nosotros mismos y aprendimos a sobrevivir entre la felicidad y la tristeza sin vendas en los ojos. No somos por eso más especiales que nadie, aunque somos pequeños niños perdidos que no queremos ser encontrados.

Que todo el que venga lo sepa si quiere saberlo, las calles las hacíamos nuestras tanto de día como de noche e intentábamos no hacer daño a nadie.